En esta entrada de mi blog me gustaría hablar acerca del trauma psicológico, concepto que, por su desconocimiento, puede generar confusión, impacto, miedo e incluso negación, pero que todo el mundo tiene muy presente.

El vocablo trauma, que proviene del griego y significa “herida”. A nivel psicológico, se trata de una herida emocional causada por una experiencia individual y única de un incidente o serie de incidentes o un conjunto de condiciones duraderas en el tiempo en las cuales se sobrepasa la capacidad y los mecanismos de afrontamiento de la persona. Es decir, la persona no puede comprender lo que sucede, ni integrar sus emociones y, mucho menos, darle un sentido a la experiencia. Se genera un trauma porque la experiencia o experiencias vividas suponen para la persona una amenaza para su integridad física, emocional y moral y, por eso, dichas experiencias se quedan «atascadas», volviendo una y otra vez por más que hayan pasado los años.

 

Pero, ¿Qué tipo de traumas existen?

Cuando hablamos de trauma, lo primero que nos viene a la mente son los traumas originados por grandes desastres naturales, como un tsunami o un terremoto, y los originados por el hombre, como violencia, guerras, abusos o agresión sexual entre otros. Pero hay más tipos de trauma que no son tan “visibles” y que generan graves consecuencias en las personas que lo han sufrido.

Para simplificarlo, y siguiendo el modelo EMDR (abordaje terapéutico científico puntero en el tratamiento del trauma que hace hincapié en la siguiente división y al que ya dedique un artículo al que podéis acceder pinchando aquí: https://vitamorfosispsicologia.es/emdr-desensibilizacion-y-reprocesamiento-por-movimientos-oculares/), podemos dividir los traumas en dos grandes categorías: «(Traumas con T mayúscula) y «t» (traumas con t minúsculas).

Los primeros hacen referencia a Traumas de gran magnitud como accidentes de tráfico, fallecimientos, intervenciones quirúrgicas, agresiones, abusos, atentados terroristas, guerras, desastres naturales etc. Los segundos, se refieren a traumas menos visibles y más cotidianos, como humillaciones, desprecios, mensajes con doble vinculo, miradas, incapacidad para regular  las emociones del niñ@, inversión de roles en la familia (hij@s parentalizados), traiciones etc. Insisto en que este tipo de trauma no es tan evidente, puede pasar desapercibido e incluso se le puede restar importancia, pero es importante recalcar que el hecho de que se denominen “t”minúscula no quiere decir que sean menos importantes que las “T” mayúscula. De hecho, las consecuencias de los «t» son muy graves y dañinas para la persona, siendo hechos que pueden ser cotidianos y acumulativos para las personas que lo sufren ya que van calando profundamente.

En términos metafóricos, hay autores que comparan las “T” con un chorro de agua que llenan nuestro vaso rápidamente hasta desbordarlo, mientras que las “t” son una fina lluvia que va calando hasta los huesos y rellenando el vaso lentamente, sin que nadie note como el líquido va subiendo hasta que, finalmente, termina también por desbordar el vaso.

 

Dentro de los distintos tipos de trauma, quisiera describir y profundizar en el trauma de apego. Para entender que es este tipo de trauma, voy a resumir muy brevemente lo que es el apego. Éste es el vínculo que se establece entre las figuras cuidadoras y el niñ@. Dependiendo de cómo sea ese vínculo, el niño y futuro adulto, tendrá una visión y creencias sobre sí mismo, el mundo y los demás.

El apego tiene mucho que ver con (des)conexión e (in)seguridad. Por lo tanto, un trauma de apego se genera cuando en la etapa infantil, los padres o cuidadores no son una base segura para el niño: no ofrecen esa protección que todo bebé y niño necesita, ni dan el amor ni cubren sus necesidades emocionales. No solamente el defecto produce trauma, también el exceso. Y es que cuando los cuidadores son extremadamente sobreprotectores e intrusivos tampoco generan un vínculo sano y seguro.

Dentro de los traumas de apego, podemos destacar el trauma oculto, una tipología muy invisible que hace referencia a la incapacidad del cuidador para modular la desregularización del niñ@, reflejado en conductas como gestos, silencios, mensajes con dobles sentido etc. Este tipo de trauma es muy difícil de recordar y se le suelen restar importancia, pero las consecuencias son muy dañinas.

Además, existen determinados tipos de trauma que no se recuerdan pero que quedan grabados en el cuerpo, como es el caso del trauma pre-verbal, cuando aún no tenemos lenguaje (antes de los dos años de vida) y vivimos experiencias traumáticas como un nacimiento difícil, hospitalizaciones, operaciones quirúrgicas, accidentes, etc. En estos casos, la persona no tiene imagen mental, pero existe sintomatología física (somática) reflejada a través del cuerpo.  Toda experiencia traumática queda grabada en el cuerpo, como dice el autor Van der Kolk  «el cuerpo lleva la cuenta«.

En definitiva, el trauma es un fenómeno muy complejo con consecuencias duraderas si no se aborda correctamente. En próximas entradas del blog, compartiré más artículos que hablen sobre trauma y sus consecuencias, así como otros aspectos relacionados con ellos.  Por eso, debemos prestar mucha atención a lo que nos pasa o la sintomatología que se presenta en la actualidad, ya que aunque sea cosa del presente, las raíces vienen del pasado y la infancia porque como ya he explicado, el concepto trauma, abarca mucho más de lo evidente, son profundas heridas  en el alma…

 

Bibliografía

Manzanero, A. L., & Recio, M. (2012). El recuerdo de hechos traumáticos: exactitud, tipos y características. Cuadernos de Medicina Forense18(1), 19-25.

Rogers, S., & Silver, S. M. (2002). Is EMDR an exposure therapy? A review of trauma protocols. Journal of Clinical Psychology58(1), 43-59.

Van der Kolk, B. (2015). El cuerpo lleva la cuenta. Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Barcelona: Elefhteria.

 

 

Gema Chaparro

Psicóloga Sanitaria, Terapeuta EMDR y Directora de Vitamorfosis Psicología